Ir al contenido principal

¿Qué significa ser pobres en espíritu?



Ser pobres es estar desesperados por obtener más

Ser pobres en espíritu significa no estar satisfechos con nuestra condición. No debemos pensar que “ya lo logramos, ya obtuvimos todo lo que necesitábamos obtener del Señor”. Como vimos en los versículos anteriores, incluso el apóstol Pablo, quien conocía al Señor en gran medida, no consideró que él mismo ya lo había asido. Pablo siempre fue en pos de Cristo, añorando saber más de Él.
Vemos lo contrario de esto en la iglesia en Laodicea. En Apocalipsis 3:14-22 el Señor Jesús los reprende:

“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (v. 17).
Los laodiceos pensaban que eran ricos espiritualmente y no tenían necesidad de nada. Sin embargo, ante los ojos del Señor su condición era lamentable. Debido a que pensaban que lo tenían todo, dejaron de acudir al Señor. Dejaron de buscarlo y estaban satisfechos con lo que tenían y como resultado, se volvieron tibios. Puede ser que no hayan sido pecaminosos, pero el Señor no estaba contento. Es por eso que les dijo: “sé, pues, celoso, y arrepiéntete” (v. 19).
¡Qué seamos guardados de ser tibios! En lugar de esto, sigamos el modelo del apóstol Pablo, quien nunca estuvo satisfecho y buscó cada día obtener nuevas experiencias de Cristo en su espíritu. Podemos orar: “ Señor guárdame de llegar a ser tibio. Dame un espíritu que busque ir en pos de Ti cada día. ¡No permitas que esté conforme con lo que tengo!”

Ser pobres es estar hambrientos espiritualmente

Ser pobres es estar hambrientos espiritualmente. En Lucas 1:53, María la madre de Jesús dijo: “A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos despidió vacíos”. Si deseamos los “bienes” es necesario que estemos hambrientos. No obstante, si venimos al Señor llenos o “ricos”, Él no nos dará nada.
En Mateo 13, el Señor Jesús citó una porción impresionante del Antiguo Testamento y la aplicó a muchas de las personas que lo escucharon:
“De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos han oído pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y Yo los sane” (vs. 14-15).
Esto nos muestra un gran peligro. Podemos llegar a estar “llenos” espiritualmente a tal punto que ya no tengamos “apetito” o cualquier habilidad de recibir lo que Jesús nos esté hablando. Incluso, podemos escuchar Sus palabras y no “escuchar”, “ver”, o “entenderlas” realmente. Tenemos un corazón que se ha “engrosado”. Pensar que ya sabemos las cosas nos impide oír, ver, percibir lo que el Señor Jesús verdaderamente nos hablará en cualquier momento.
Por ejemplo, cuando venimos a la Palabra de Dios con el pensamiento de que ya sabemos lo que dice, ¿de qué manera el Señor puede hablarnos algo fresco de Su Palabra? Lo más probable es que conocemos las letras en blanco y negro de la Palabra, pero ¿qué es lo qué el Señor nos habla en esta Palabra? No escuchamos, vemos o percibimos, de modo que debemos orar: “Señor Jesús, sálvame; no permitas que mi corazón se engrose. No permitas que piense que ya lo sé y pierda Tu presencia ¡Dame hambre por Tu Palabra y por Tu hablar fresco!

Ser pobres es ser como un niño pequeño

Ser pobres en espíritu es también ser como un niño pequeño. Los niños pequeños son sencillos y no pueden hacer nada por sí solos. Cuando somos pobres en espíritu, reconocemos que no tenemos nada, no sabemos nada y no podemos hacer nada. Cuando venimos al Señor Jesús y a Su Palabra, no venimos con nuestro intelecto brillante, nuestra espiritualidad elevada o habilidad excelente. En lugar de eso, venimos abiertos a Él, reconociendo que lo necesitamos y listos para recibir Su hablar y suministro.
En Mateo 11, el Señor Jesus predicó el evangelio en las ciudades de Corazín, Betsaida y Capernaum, no obstante, lo rechazaron. Luego en los versículos 25-26 Él dijo: “Te enaltezco, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó”.
Estos versículos muestran que el Padre esconde cosas de algunos. Ya sea que el Padre nos revele o esconda cosas depende del tipo de persona que seamos. Si nos consideramos “los sabios y entendidos”, es posible que leamos la Biblia sin realmente ver algo. Pero si acudimos a la Palabra como “niños” reconociendo que en nosotros mismos no somos nada, el Padre nos bendecirá y revelará cosas en Su Palabra. Podemos orar: “Padre, hazme el tipo de persona al cual deseas revelarle cosas en Tu Palabra. Nunca permitas que me considere “sabio y entendido”. Señor, muéstrame mi verdadera condición para que pueda venir a Tu Palabra pobre en espíritu”.

Porque de ellos es el reino de los cielos

Este reino de los cielos se menciona como una recompensa para aquellos quienes son pobres en espíritu. ¿Qué significa esto? ¿Acaso está refiriéndose al futuro? Si somos pobres en espíritu, ¿tenemos que esperar toda nuestra vida para disfrutar la recompensa?
El reino de los cielos no es algo que tengamos que disfrutar algún día. Más bien, ¡esta bendición es para que la disfrutemos hoy! Este versículo no dice: “Porque de ellos será el reino de los cielos”. sino que dice: “Porque de ellos es el reino de los cielos”. Al acudir al Señor Jesús y a Su Palabra pobres en espíritu, seremos bienaventurados, ¡pues podremos participar hoy del reino de los cielos!
Una manera maravillosa de responder a un versículo como Mateo 5:3 es orar las palabras de este versículo al Señor y pedirle que lleve a cabo esta palabra en nosotros. Si le pedimos al Señor que nos haga pobres en espíritu de forma genuina, ¡ciertamente llevar a cabo esto en nosotros será un placer para Él!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tu Fe te ha sanado

Marcos 10: 46-52 46.  Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47.  Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48.  Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 49.  Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50.  El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51.  Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. 52.  Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino. En este gran relato un ciego creyente y sabedor que El Mesías habría de venir reconoce públicamente, que Jesús era El Mesías, proclama su descendencia

La abundancia en Dios

2 Reyes 4:1-7 1. Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. 2. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 3. El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 4. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 5. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. 6. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. 7. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedor

Dios quiere engrandecer tu servicio

Desde el inicio de la humanidad la mujer siempre ha sido relegada y no tomada en cuenta por algunos o muchos hombres incluso con la aprobación de algunas mujeres sin embargo en la palabra de Dios la mujer es tomada en cuenta siempre desde Génesis hasta Apocalipsis.  Dios nos ha  mostrado por medio de su palabra a muchas mujeres influyentes en la salvación del pueblo de Israel, mujeres influyentes en la predicación de las buenas nuevas, mujeres llenas de FE, hay muchos ejemplos que se podrian mencionar, pero hay una mujer guerrera, con mucha fe y con un liderazgo único que sorprendió en su época  y aún nos sorprende hoy en día, esa mujer fue Débora. Debora fue una mujer a quien Jehova le permitió ser parte de los jueces  de Israel la unica mujer juez de esos tiempos, quien sentada bajo una palmera se encargaba de resolver problemas que le presentaban los israelitas, llego el momento en que se tuvo que enfrentar a una situación nada fácil, no era un problema cualquiera del