“COMO MANTENER EL ENTUSIASMO”
“No sean perezosos con los trabajos que deban hacer para el Señor, y hagan todo con entusiasmo. Alégrense en la esperanza, tengan paciencia en las dificultades y sean constantes en la oración.”
Romanos 12:11-12
Se entiende por “entusiasmo” aquella fuerza invisible que nos mueve a realizar una acción, favorecer una causa o desarrollar un proyecto. Es el motor de nuestro comportamiento. A mayor entusiasmo mayor esfuerzo y mejor actitud.
Para los griegos estaba relacionada con una fuerza divina que fluía desde su interior y que les proporcionaba creatividad, interés y ánimo frente a una responsabilidad.
Si lo vemos desde esa perspectiva el entusiasmo tiene origen en Dios y no en las emociones.
Creo que Pablo lo veía así, entonces exhorta a la iglesia en Roma que en lugar de la pereza se conduzcan con entusiasmo en sus tareas que hacían para el Señor. Él les estaba pidiendo que no sirvan a Dios motivados por la religiosidad monótona y fría sino porque su corazón esté apasionado por lo que les toque realizar.
Podríamos pensar que al tratarse de un servicio a Dios es obvio pensar que habrá entusiasmo, pero no siempre es así, dependerá de donde tú pones la mirada.
Si pones tu mirada en los resultados es posible que te desanimes al ver que no has logrado lo que esperabas.
Si pones tu mirada en la gente que sirve a Dios junto a ti también corres el riesgo de ver su desánimo y dejarte cautivar por el.
Si pones tu mirada en las dificultades que se presentan sin duda perderás el entusiasmo.
Si pones tu mirada en el reconocimiento o gratitud que los hombres puedan entregarte te vas a distraer y confundir con los aplausos perdiendo el propósito de su servicio o te vas a desanimar con la falta de gratitud y la abundancia de crítica y el entusiasmo se desvanecerá.
Si pones tu mirada en tus fuerzas cuando éstas se agoten perderás todo entusiasmo.
Si pones tu mirada en las experiencias del pasado tenderás a comparar y el entusiasmo bajará su intensidad rápidamente.
Pablo no sólo exhorta a los hermanos en Roma a servir a Dios con entusiasmo sino también les muestra la fórmula para mantenerse entusiasmados.
ALÉGRENSE EN LA ESPERANZA. Pablo tenía muy en claro que su paso por la vida era para servir a Dios y que su recompensa venía de su mano, sabía que debía seguir tras su meta sin detenerse ni desanimarse, su esperanza no estaba puesta en sus logros en la tierra ni en la respuesta de los hombres, sino en las promesas de Dios incluyendo la vida por la eternidad en su presencia.
Mientras servía, su mirada estaba puesta en Dios y su Palabra, su esperanza era alcanzar sus promesas y llegar a la meta.
Sin duda es la perfecta manera de mantenerse alegre mientras servimos, con la esperanza en lo eterno y no en lo pasajero que a veces produce sonrisas y otras lágrimas.
TENGAN PACIENCIA EN LAS DIFICULTADES. Quien sirve a Dios sea en el área que sea, así sea en esas consideradas por los hombres de menor relevancia, siempre tendrá que enfrentar dificultades. A veces son fáciles de sortear, otras son verdaderos gigantes amenazantes.
En ocasiones con una oración será suficiente para que se disipen las nubes, en otras será necesario ayunar, clamar y librar verdaderas batallas contra las tinieblas. Habrá dificultades de corta duración y otras pueden durar meses y años.
El Apóstol Pablo tenía un doctorado aprobado y con honores en: "Perseverancia y Paciencia en dificultades de corto y largo plazo con baja o alta intensidad"
Por eso aconseja a los hermanos en Roma que la segunda clave para no perder el entusiasmo es mantener la paciencia y la calma en tiempos de dificultad.
Cuando las dificultades toman el control en tu mente y corazón es imposible mantener el entusiasmo, tus fuerzas se desgastarán en resolverlas, la pasión por el servicio a Dios se derretirá hasta desaparecer y terminarás abandonando el barco o sirviendo bajo el peso de la responsabilidad, pero sin gozo.
SEAN CONSTANTES EN LA ORACIÓN. Todo servicio a Dios es cien por ciento espiritual aunque en ocasiones se usen medios naturales, recursos materiales y manos de hombres. Tendemos a pensar que sólo algunas funciones requieren de una vida de oración, porque vemos la necesidad de mantenerse en comunión con el Espíritu Santo para realizarlas, como por ejemplo quien predica la Palabra para edificación de la Iglesia, el que la predica para anunciar el Evangelio, el que ministra las necesidades espirituales de los demás, el que conduce al pueblo en la adoración, el que debe aconsejar, etc.
Pero el Apóstol aquí no está hablando de algunas funciones específicas sino que le habla a todos aquellos que sirven a Dios.
Tanto el que predica desde un púlpito como el que pinta las paredes de los templos, el que ora para liberar al oprimido y el que repara las goteras del techo. Todo lo que hacemos para Dios debe ser respaldado por una oración constante. Hay organizaciones pequeñas y con pocos recursos que necesitan que todo lo que se realiza sea una ofrenda de amor y hay otras más grandes y con alta demanda de funciones que pagan a quienes trabajan a tiempo completo en la casa de Dios, en todos los casos la vida de oración hará que mantengas el entusiasmo vigente y con la correcta motivación.
Si eres de aquellos que reciben a las personas en la puerta, quien prepara un detalle para entregar a las visitas, quien se encarga de mantener el aseo y orden del templo, quien repara y construye, quien proyecta las letras de las canciones, quien maneja la mesa de sonido, el que sirve un vaso de agua al predicador, el que debe entregar el mensaje de Dios para su pueblo el día domingo, o el responsable de pastorear el rebaño; debes mantener una vida de oración, porque todo lo que se hace para Dios requiere dependencia de Él, dirección y su fortaleza.
Mantener la pasión y el entusiasmo para servir a Dios es un motor que te impulsará siempre hacia adelante. El Apóstol Pablo sabía bien que así era, por eso hoy te dice que al servir a Dios tu alegría debe estar centrada en la esperanza que un día estarás con tu Rey para siempre, sin desesperarte cuando atraviesas dificultades y con una vida de oración que no sólo te mantendrá entusiasmado sino que te fortalecerá y guiará cada día.
El verdadero entusiasmo que Pablo habla no es el que te inspira a hacer para Dios sino el que te motiva a ser su servidor en todo tiempo y en lo que sea. Es el que dejará de ser una emoción con altos y bajos y se transformará en pasión por el Rey a quien sirves.
Bendecido día a todos!!!!
Comentarios
Publicar un comentario