En este preciosa meditación esperamos poder explicar el peligro de Volver Atrás, ¿Porqué no debemos mirar o volver atrás? ¿Qué sucede cuando miramos atrás? Si deseas las respuestas a estas grandes interrogantes te invitamos a leer y analizar esta meditación, quién mejor para explicarnos esto que Jesús, el mismísimo Dios hecho hombre.
Jesús habló de un hombre que expresó su deseo de seguirlo, pero que primero quería finalizar sus negocios. Esta historia nos indica que a él le interesaban más sus negocios que seguir al Señor. Jesús después le dijo:
Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios Lucas 9:62
Antes de destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra, Dios envió a dos ángeles para sacar a Lot y su familia. Los ángeles tuvieron que sacarlos asidos de la mano. Sin embargo, la mujer de Lot aún tenía en su corazón un deseo por lo que quedaba atrás. A pesar de la advertencia de los ángeles, ella se volvió para mirar atrás, y fue transformada en una estatua de sal (Génesis 9).
Después de haber sido libertados de la esclavitud en Egipto, los israelitas, vieron los milagros del maná, el agua de la roca, y muchas otras manifestaciones del poder de Dios. Pero ellos también miraron atrás, anhelando las cebollas y los ajos del lugar de su esclavitud. Además, desobedecieron a Dios cuando él los mandó a seguir adelante y conquistar la tierra de Canaán. Como castigo de Dios, tuvieron que permanecer en el desierto durante 40 años más (Números 14).
Estos ejemplos subrayan un problema que prevalece todavía hoy: El problema de mirar atrás al mundo. Son muchos los que son tentados a desear volver a su antigua vida. Aun el apóstol Pablo expresó la preocupación de que él llegara a ser eliminado, después de haber servido tantos años en la obra del Señor. Es necesario vigilar constantemente para que no caigamos bajo la tentación de volver atrás.
En Filipenses 3:13-14 Pablo nos da un secreto importante para ganar la victoria: “… una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Sabemos que la gracia de Dios basta para mantener nuestros ojos en él, nuestra mano en la suya, y nuestra mente fija en la meta que tenemos por delante. Así que, no es necesario que volvamos a las cosas de este mundo.
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